Posts etiquetados ‘Isa’

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«-El recorrido es más llevadero escalando la montaña, porque yendo en sentido contrario y descendiendo por ésta es muy duro y peligroso-«, dijo aquel noruego con marcado acento de Bergen a Isa y a mi, mientras bebía lentamente pequeños sorbos de una botella que había rellenado en el Bessvatnet, unos metros montaña abajo, para luego volver a escalarla con notable pericia y en ese momento se disponía a fumarse un cigarrillo con cierta satisfacción. Lo observaba con cierta envidia, puesto que yo, Don Caguetín, hago siempre gala de terribles esfuerzos y extenuación a la hora de combatir mi miedo a las alturas, pero aquel noruego tenía mi absoluto respeto y no era para menos: Considerando que aquel hombre, que rondaba los sesenta años de edad, había subido y bajado la ladera reiteradas veces, como un gamo, sin transpirar siquiera, merecía toda mi admiración. ¡Qué duro estaba siendo el Besseggen!, pensábamos ambos.

Tal vez incluso más que el Trolltunga. Tal vez.

Esto, amigos míos, fue una anécdota que ocurrió en la última ruta que describo a continuación, aunque haya empezado ésta unos kilómetros más adelante. Debéis comprenderme; dado a mi interés por la escritura y la forma -como algunos ya habréis podido comprobar en los anteriores posts- en que narro mis vivencias (algunos dirán que suelo prolongarlas de forma tediosa y faraónica), convirtiendo una mera explicación en algo épico y por esta razón no me parece interesante contar una historia cuyos protagonistas van del punto A al punto B de forma llana y sin darle cierta emoción y dramatismo, así que, permitidme que, tras hacer uso del salto en el tiempo como recurso literario, empiece sin más preámbulos a contaros como fue la historia desde el principio, desde el punto A.

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¡Para allá que vamos!

 

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(CONTINUACIÓN…)

«Nos vamos a comer el mundo, eso fue lo que dijimos
No que sólo notaríamos el hambre
Porque sé vivir con cobre pero no vivir sin sueños
Ni con esta colección de nombres por más que me empeño…»

Cantábamos entre susurros, sonrientes, mientras conducía velozmente el viejo aunque bien conservado Opel Astra del dos-mil de Isa, por la carretera regional número quince que atravesaba parte de Sogn og Fjordane, concretamente por Stårheim y Nordfjordeid. Mi abulense predilecta, que había finalizado su último turno en Kulatoppen Omsorgssenter, descansaba en el asiento del copiloto, aún agotada debido a la jornada laboral pero entusiasmada -por el viaje en sí- y terriblemente emocionada -debido a la despedida y a los presentes regalados por sus compañeros de trabajo en su último día- por igual; sus ojos, aún vidriosos no podían esconder mayor alegría, mucho menos su sonrisa.

El vehículo avanzaba sin pausa entre el bosque y la sinuosa carretera mientras el traqueteo de las mochilas en el maletero y la voz de Juancho Marqués junto con la nuestra, ambientaban el interior del coche.

«….HE VUELTO A CAMBIAR
POR ESTAR DONDE QUIERO ESTAR
SÓLO QUISE VOLAR
ABANDONAR LA CIUDAD

YA NO VOLVERÉ A CALLARME
A DEJAR DE LEVANTARME, A BUSCARTE
¿NOS VAMOS PALANTE’ O QUÉ?
¿VAMOS PARRIBA’ O QUÉ?….»

Gritábamos mientras el estribillo entraba en escena, esbozando sonrisas y miradas de complicidad mientras el ocaso bañaba el paisaje y los últimos rayos de sol se escondían en el horizonte. Finalmente, tras unas horas de conducción, llegamos a Lote, donde debíamos tomar el transbordador que cruzaría el fiordo de Innvik hasta llegar a Anda y proseguir con nuestro recorrido. Ni más ni menos, un recorrido de trescientos kilómetros que nos obligaba a pernoctar en algún lugar de Hordaland y proseguir al día siguiente.

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(CONTINUACIÓN)

Después de que mis pies -tras casi ocho horas de viajes en varios autobuses y pausas a la intemperie, bajo la lluvia torrencial y el gélido aire de la mañana- se posaran en el duro cemento de la parada de autobuses de Nordfjordeid, la figura menuda e inconfundible de mi abulense predilecta se acercó a mi para recibirme con un afectuoso saludo de koala y esbozando una mayúscula sonrisa. Isa llevaba un rato esperándome en el pueblo, acompañada de Jhanyra -enfermera de Accurate Care y compañera de promoción de aventuras noruegas- y su novio, Pau -guía de montaña que ha efectuado diversas expediciones, entre las más destacables, en Kirguistán durante dos meses, en Lenin Peak, Randles-Naya y Yuhen Peaky entre otras (ya lo veis, siempre me codeo con gente interesante con historias emocionantes que contar)-, ambos de Alcoy aunque ahora residentes en Noruega y que en su periodo de vacaciones, decidieron pasarse por Måløy y hacer una visita de algunos días a la abulense.Foto 3-9-17 18 38 16 (1)

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Casualidad
nombre femenino
  1. Causa o fuerza a la que supuestamente se deben los hechos y circunstancias imprevistos, especialmente la coincidencia de dos sucesos.
    «la casualidad quiso que me reencontrara con ella en una cafetería de París; por casualidad entró en una escuela de arte dramático, aunque no quería ser actriz; ¿es usted por casualidad mecánico?»
  2. Suceso casual.
    «un portavoz del sindicato calificó el incidente como una auténtica casualidad, totalmente fortuita; ¡qué casualidad, mi hijo también nació el 13 de abril!»

 

Y esta, amigos, míos, es la definición común de la palabra «casualidad», término con el que abro hoy el post. Probablemente más de uno iniciará la lectura, extrañado, pensando en qué peculiar sustancia habrá consumido este barcelonés que en sus ratos de ocio escribe esta página: No os faltará razón, a veces se me va la cabeza muchísimo, es lo que tiene vivir durante cuatro años en un país cuyos inviernos son largos y oscuros, aunque bien es cierto que estamos a las puertas del verano y la oscuridad precisamente no está haciendo gala de presencia en estos momentos, así que, no es el caso, podéis estar tranquilos; pospondré mis ratos de locura transitoria para futuros y jugosos posts.

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