Viviendo en Kvam
Bueno, aunque ya llevo viviendo en Kvam desde hace ya una semana, la pésima conexión que dispongo me ha hecho imposible escribir anteriormente un post, así que hoy os contaré con todo detalle (en la medida de lo posible después de una semana).

El salón. Podéis comprobar que muy lleno no está. Foto: Bruno Aldrufeu Quiñonero
Después de ese breve traslado, me instalé en el apartamento colindante al hogar de ancianos. Un apartamento que si bien puedo decir que dispone de cuanto necesito, no puedo decir que no disponga de muchos lujos en él: si he de escoger la palabra que definiría a mi apartamento, esa palabra es «AUSTERO». Se trata de un ámplio salon con una modesta aunque completa cocina americana, un dormitorio que posee dos amplios armarios , un baño completo y un cuarto que se utiliza actualmente como trastero. Afortunadamente, he podido decorar mi nido con un elemento que me recuerda de donde soy y cual es mi tierra. También debo decir que estoy en un pueblo de muy pocos habitantes (entre los enfermeros del hogar y yo bromeamos diciendo que hay más población en el cementerio de delante del centro que gente viva residiendo en este pueblo).
Kvam es atravesado por la carretera principal y al otro lado de esta, se encuentra la iglesia con su particular aunque hermoso cementerio, un campo de fútbol anexado a la escuela de Kvam y u amplio supermercado donde poder comprar toda serie de productos de limpieza, comida y correo (en Noruega, o por lo menos en esta región, los paquetes los debes recoger en los supermercados). Y más allá, se encuentra el lago, un lugar hermoso y tranquilo donde uno, con una simple barca puede ir a pescar o simplemente, deleitar los sentidos con la tranquilidad que aquel paraje ofrece.