3 de junio. Hoy hace un mes que estoy viviendo en Steinkjer. Ayer, mientras tomaba una infusión de té verde con canela en la calle, sentado en una silla y al lado de una mesa que está próxima a mi apartamento (cortesía de nuestros anfitriones), he tomado esta foto con el móvil. Mientras daba pequeños sorbos a la infusión aun caliente y la canela llegaba a mis papilas gustativas, observaba la tranquila calle de Kongens Gata y la tranquilidad del domingo era palpable. Veía pasar coches de diversas gamas pero sobretodo, coches antiguos, muy antiguos, en perfecto estado. Y es que en Noruega parece que las cosas están hechas para que perduren en el tiempo: Para mi es impensable que en Barcelona, un coche antiguo descanse en la calle a merced de las inclemencias meteorológicas pero sobretodo a merced de algún individuo (aún por civilizar) que raye la pintura o simplemente decida que debe dejar su marca personal impresa en esa obra de arte. Aquí, los noruegos hacen gala de tal educación y buenas maneras que uno puede dejar su coche aparcado tranquilamente y sin ningún tipo de temor a que nadie lo raye, estropee, orine o vomite. Por no decir que llevo un mes aquí y no he oído ni una sola bocina del coche.