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«Nos vamos a comer el mundo, eso fue lo que dijimos
No que sólo notaríamos el hambre
Porque sé vivir con cobre pero no vivir sin sueños
Ni con esta colección de nombres por más que me empeño…»

Cantábamos entre susurros, sonrientes, mientras conducía velozmente el viejo aunque bien conservado Opel Astra del dos-mil de Isa, por la carretera regional número quince que atravesaba parte de Sogn og Fjordane, concretamente por Stårheim y Nordfjordeid. Mi abulense predilecta, que había finalizado su último turno en Kulatoppen Omsorgssenter, descansaba en el asiento del copiloto, aún agotada debido a la jornada laboral pero entusiasmada -por el viaje en sí- y terriblemente emocionada -debido a la despedida y a los presentes regalados por sus compañeros de trabajo en su último día- por igual; sus ojos, aún vidriosos no podían esconder mayor alegría, mucho menos su sonrisa.

El vehículo avanzaba sin pausa entre el bosque y la sinuosa carretera mientras el traqueteo de las mochilas en el maletero y la voz de Juancho Marqués junto con la nuestra, ambientaban el interior del coche.

«….HE VUELTO A CAMBIAR
POR ESTAR DONDE QUIERO ESTAR
SÓLO QUISE VOLAR
ABANDONAR LA CIUDAD

YA NO VOLVERÉ A CALLARME
A DEJAR DE LEVANTARME, A BUSCARTE
¿NOS VAMOS PALANTE’ O QUÉ?
¿VAMOS PARRIBA’ O QUÉ?….»

Gritábamos mientras el estribillo entraba en escena, esbozando sonrisas y miradas de complicidad mientras el ocaso bañaba el paisaje y los últimos rayos de sol se escondían en el horizonte. Finalmente, tras unas horas de conducción, llegamos a Lote, donde debíamos tomar el transbordador que cruzaría el fiordo de Innvik hasta llegar a Anda y proseguir con nuestro recorrido. Ni más ni menos, un recorrido de trescientos kilómetros que nos obligaba a pernoctar en algún lugar de Hordaland y proseguir al día siguiente.

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(CONTINUACIÓN)

Después de que mis pies -tras casi ocho horas de viajes en varios autobuses y pausas a la intemperie, bajo la lluvia torrencial y el gélido aire de la mañana- se posaran en el duro cemento de la parada de autobuses de Nordfjordeid, la figura menuda e inconfundible de mi abulense predilecta se acercó a mi para recibirme con un afectuoso saludo de koala y esbozando una mayúscula sonrisa. Isa llevaba un rato esperándome en el pueblo, acompañada de Jhanyra -enfermera de Accurate Care y compañera de promoción de aventuras noruegas- y su novio, Pau -guía de montaña que ha efectuado diversas expediciones, entre las más destacables, en Kirguistán durante dos meses, en Lenin Peak, Randles-Naya y Yuhen Peaky entre otras (ya lo veis, siempre me codeo con gente interesante con historias emocionantes que contar)-, ambos de Alcoy aunque ahora residentes en Noruega y que en su periodo de vacaciones, decidieron pasarse por Måløy y hacer una visita de algunos días a la abulense.Foto 3-9-17 18 38 16 (1)

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¡Finalmente las vacaciones de verano dan inicio!

 

Es el momento de hacer realidad lo que en mi mente llevo planeando desde hacía mucho, mucho tiempo: recorrer una parte de Noruega, concretamente Vestlandet, recorrer la famosa Carretera del Atlántico y tratar de llegar a Odda durante mis tres semanas de vacaciones. Esto sería tarea fácil si dispusiera de medio de transporte propio y si decidiera pernoctar en hotel/camping/albergue pero decidí moverme por medio del sistema de transporte público noruego (autobús y/o tren) y solo pernoctar con mi tienda de campaña, haciendo uso del derecho a la acampada libre que afortunadamente los países escandinavos (Dinamarca, Finlandia, Suecia, Islandia y por supuesto, Noruega) permiten. Aún así, es importante remarcar que existen una serie de normas acerca de dicho derecho y éstas son:009

1.- No se permite acampar dentro de cualquier núcleo urbano a menos que sea en una zona de acampada (lógicamente de pago).

2.- No se permite acampar dentro de una propiedad privada (a menos que uno hable con el propietario y éste lo permita) y situar la tienda como mínimo a ciento cincuenta metros de dicha propiedad.

3.- No se permite pernoctar más de cuarenta y ocho horas en el mismo lugar de la zona de acampada: una cosa es acampar para pernoctar y descansar por la noche y otra cosa bien distinta es establecer tu residencia de forma permanente en una zona con una tienda de campaña, cual gitano nómada.

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