
Tardo un buen rato en darme cuenta de que me he quedado en Babia, observando el horizonte, a ninguna parte a través de la ventana, hasta salir de mi ensoñamiento a otro universo para percatarme de las increíbles vistas del Tysfjorden, el fiordo que tengo delante de mí. Esta gran masa de agua salubre manchada de majestuosas montañas nevadas que la niebla abraza para no soltarlas, baña toda la región donde se situa Kjøpsvik, un pequeño pueblo de 880 habitantes del municipio de Tysfjord (que recibe dicho nombre de este fiordo, que es el más profundo del norte de Noruega, con 897 metros de profundidad), ubicado en el condado de Nordland.
Si amigos, os escribo desde del Círculo Polar Ártico.
Llegar hasta aquí ha sido una autentica odisea: Coger un avión desde Barcelona hasta Oslo (tres horas y media), otro avión desde Oslo al aeropuerto de Narvik, en Evenes (una hora y media), un autobús que me lleva hasta un bote (diez minutos) que cruza el fiordo y me lleva hasta Kjeldebotn (diez-quince minutos) y para finalizar, hacer un viaje en coche hasta el pueblo (una hora y cuarto). Y eso es el camino corto: si hubiera llegado al aeropuerto de Evenes y no contara con ese bote que atraviesa el fiordo, tendría que haber usado un autobús que me lleva a Narvik (una hora y media), pernoctar en un hotel y esperar hasta las dos de la tarde del dia siguiente para coger otro bus que bordea el fiordo hasta llegar a Kjøpsvik (dos horas y cuarto)…. Casi nada.
Os estaréis preguntando: «¿Pero qué hace este hombre ahí?, Alejado de la mano de Diós, ¿No tenía algún sitio más cercano a dónde ir?» Pues bien, la razón por la cual servidor se ha vuelto a la parte septentrional de Noruega es porque, ahí vive mi vasca favorita y ahí es donde voy a iniciar este nuevo capítulo de mi vida: no sólo por qué inicio una relación que hasta ahora se había originado en la distancia (Yo en Barcelona, y tu en Noruega 😉 ), sino por que además, inicio este capitulo noruega por mi cuenta, sin trabajar para Accurate Care AS. Esperemos que ambos proyectos de vida sean fructíferos en todos los sentidos.
Actualmente vivo en una cómoda y pequeña casa a cien metros del fiordo, con Desiree y con Elena, una chica estupenda de Zaragoza (¡Qué por casualidades de la vida, nos conocimos en un tren camino a Trondheim y curiosamente, había leído este blog antes de embarcarse en su aventura noruega particular, ella y su grupo) y eso propició qué Desiree y yo nos conociéramos tiempo más tarde! Pero eso, amigos míos, es otra historia): Ambas enfermeras y de Accurate Care AS en sus inicios. La cosa pinta muy, pero que muy bien.
Bueno, queridos amigos, llevo solo dos días aquí, por lo que no tengo mucho más que contar salvo que mañana tengo la reunión con el jefe del lugar donde voy a trabajar, así que, en el próximo post ya os indicaré como ha ido todo, espero que estupendamente. Como el de hoy ha sido corto, publicare junto con este algunas fotografías que he tomado por el camino que debo seguir para ir al supermercado y así comprar algunos ingredientes para hacer…. ¡LENTEJAS!. Así veis como es el lugar que será durante todo este tiempo, mi hogar. Espero que os gusten (las lentejas no, las fotos).
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¡Ha det bra!
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