Posts etiquetados ‘El Tranquilo’

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Como ayer funcionaba la conexión bastante mal, me he visto obligado a esperar hasta hoy para narrar con todo lujo de detalle lo que aconteció ayer. Lo que ocurrió en el hogar de Kvam para ancianos es de aquellas cosas que hacen que a cada minuto que pasa, te das cuenta que si pudieras volver a tener la oportunidad de escoger tu camino, elegirías de nuevo esa opción sin dudarlo. Pero dejadme que empiece por el principio.

El día empezó como empiezan todos los días aquí: a las 6 de la mañana, con el despertador emitiendo el monótono sonido. Desde la cama podía ver, a través de la oscura cortina del dormitorio, que la luz entraba tímidamente por la ventana y anunciaba que hoy iba a ser un día especialmente caluroso. Me levanté cansado, muy cansado mentalmente. Y es que la inmersión lingüística te dota de un desgaste mental brutal, añadiendo también, que me faltan horas de sueño y mi cuerpo me avisa cada día que debo hacerle caso y dormir un rato más. Hice caso omiso a mi cuerpo y me incorporé, me preparé el desayuno y el matpakke (lo que en la tierra conocemos como la fiambrera de toda la vida), me aseé, vestí para las prácticas de idioma y salí de casa, comprobando previamente que disponía conmigo de todo lo necesario para pasar el día en el Kvam Eldresenter: La bolsa con el desayuno, el calzado para las prácticas y la carpeta que contiene los documentos que debo entregar a Randy, la coordinadora del centro, para que los firme.

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6 de la mañana. El despertador suena y me despierto sobresaltado y por inercia, miro a mi compañero de habitación y veo que también se despierta de improviso por el bip-bip-bip del despertador del móvil, me devuelve la mirada y vuelve a acostarse. Me levanto y compruebo que efectivamente, dispongo de una hora para desayunar, asearme y vestirme, ya que hoy empiezan las practicas de idioma en un ambiente sanitario. La aventura noruega empieza hoy, retumba en mi cabeza las palabras de Carlos la noche anterior. Lo que ha sucedido durante estas casi tres semanas de estancia en Steinkjer han sido unas simples vacaciones y periodo de adaptación. Lo de hoy y en adelante durante 6 semanas será una autentica inmersión lingüística al noruego. Vamos allá.

Me preparo la fiambrera con la comida que cociné ayer noche, justo después de probar el coche que Håvard nos dejó para desplazarnos a los lugares de practicas: Stod y Kvam (y menos mal que hice uso de mi GPS para guardar las localizaciones exactas de los lugares de practicas). Habiéndome aseado y vestido, me cruzo por el pasillo del apartamento con Alba y le comento que voy al coche a prepararme y que cuando estén listas (debo llevar a Rebeca, Nerea y a Alba hacia su destino de practicas, Egge, ya que está de camino a mi destino) que se dirijan al coche. Alba me mira y asiente con la cabeza. Cargado con las zapatillas de deporte blancas para trabajar, la comida, la botella de agua, la mochila con mis cosas y el GPS en mano, abro el maletero del coche y allí dejo todos mis enseres salvo el navegador de a bordo, que lo enciendo y lo coloco en el cristal del coche, comprobando que todo funciona correctamente. Sentado ya en el coche, palpo mis bolsillos y me doy cuenta de que me he olvidado el móvil en algún lugar del baño de casa, así que vuelvo a subir al apartamento y recupero el aparato, metiéndomelo en el bolsillo del pantalón. Mientras me vuelvo a dirigir hacia la puerta, me tropiezo con algunas de mis compañeras que también inician hoy sus practicas y les deseo muchísima suerte. Los Lykke til hoy se han escuchado bastante hoy. Me encuentro con Alba y Rebeca, que están esperando a Nerea a que salga del apartamento y al rato, esta sale parsimoniosamente por la puerta y nos dirigimos todos hacia el bólido (jajaja).

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La Bestia. Foto: Carlos Fuentes Arrabal.

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