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Tres largos años hace que abandoné mi estimado blog a su suerte, en un rincón oscuro y polvoriento. Afortunadamente la motivación ha regresado dispuesta a hacer trabajar mis dedos para teclear esta página y así cumplir el cometido para el que ésta fue creada.

Aún así, volver a las antiguas aficiones que uno ha aparcado durante un largo tiempo debido a la falta de inspiración y motivación, siempre requiere de un considerable esfuerzo; Aún más si el dichoso WordPress ha actualizado el sistema de edición de blogueo y me encuentro con nuevas herramientas… las cuales he tardado cerca de dos horas aprender.

En fin, veamos como desoxido mis falanges y saco a pasear mi inspiración. A ver como sale después de tanto tiempo…

Estimados lectores, no sean hoy demasiado severos. Ahí voy:

DIEZ AÑOS han pasado desde aquel día de mayo en que, este barcelonés aprendiz de vikingo de espíritu aventurero, emprendió un viaje hacia Noruega: Un viaje con una excelente oportunidad de cambiar de aires, laboral, social y vitalmente hablando.

(Un viaje que ha marcado su vida)

Con tan solo dos maletas, treinta y dos años y una amplia sonrisa por equipaje, subí por las escaleras metálicas al avión, mirando de soslayo una vez más a la ciudad que me ha visto nacer y crecer. Posé mis pies sobre la moqueta gris del Boeing 737 de Norwegian con dirección al Aeropuerto de Trondheim y una vez acomodado en la butaca, noté el traqueteante movimiento de éste y el vacío en el estomago, no solo por el efecto del despegar el avión del suelo, sinó también por los crecientes e inextinguibles nervios. Contemplé por la ventanilla como paulatinamente empequeñecía mi ciudad, dejando atrás familia, amigos, compañeros de trabajo y otros conocidos (afortunadamente en pleno siglo XXI existe algo llamado REDES SOCIALES y VUELOS DE BAJO COSTE POR EUROPA SIN ESCALAS).

El post de hoy trata de esos diez años de mi vida en Noruega: mi sentido y sincero homenaje

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Mil cuatrocientos sesenta días, treinta-y-cinco mil cuarenta horas o dos millones ciento dos-mil cuatrocientos minutos es lo que hasta ahora he podido vivir durante este tiempo en Noruega, desde que un tres de Mayo de 2013 mis pies se posaron por primera vez en suelo noruego. Tiempo que por mucho que yo trate de cuantificar de diversas maneras, nunca logrará resumir esos miles de momentos que mis pupilas, mi piel y mis pies han logrado experimentar: paseando por las calles de Oslo, notar el sudor frío por mi espalda mientras bailaba sobre la escueta roca del Kjerag, contemplando el fiordo en lo alto del Trolltunga o tomando una Ringnes junto a mis compañeros de aventura en Drøbak mientras veíamos el Clásico.

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Kjøpsvik

Publicado: 7 abril, 2016 en Noruega 4.0
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Tardo un buen rato en darme cuenta de que me he quedado en Babia, observando el horizonte, a ninguna parte a través de la ventana, hasta salir de mi ensoñamiento a otro universo para percatarme de las increíbles vistas del Tysfjorden, el fiordo que tengo delante de mí. Esta gran masa de agua salubre manchada de majestuosas montañas nevadas que la niebla abraza para no soltarlas, baña toda la región donde se situa Kjøpsvik, un pequeño pueblo de 880 habitantes del municipio de Tysfjord (que recibe dicho nombre de este fiordo, que es el más profundo del norte de Noruega, con 897 metros de profundidad), ubicado en el condado de Nordland.

Si amigos, os escribo desde del Círculo Polar Ártico.

Llegar hasta aquí ha sido una autentica odisea: Coger un avión desde Barcelona hasta Oslo (tres horas y media), otro avión desde Oslo al aeropuerto de Narvik, en Evenes (una hora y media), un autobús que me lleva hasta un bote (diez minutos) que cruza el fiordo y me lleva hasta Kjeldebotn (diez-quince minutos) y para finalizar, hacer un viaje en coche hasta el pueblo (una hora y cuarto). Y eso es el camino corto: si hubiera llegado al aeropuerto de Evenes y no contara con ese bote que atraviesa el fiordo, tendría que haber usado un autobús que me lleva a Narvik (una hora y media), pernoctar en un hotel y esperar hasta las dos de la tarde del dia siguiente para coger otro bus que bordea el fiordo hasta llegar a Kjøpsvik (dos horas y cuarto)…. Casi nada.recorregut

Os estaréis preguntando: «¿Pero qué hace este hombre ahí?, Alejado de la mano de Diós, ¿No tenía algún sitio más cercano a dónde ir?» Pues bien, la razón por la cual servidor se ha vuelto a la parte septentrional de Noruega es porque, ahí vive mi vasca favorita y ahí es donde voy a iniciar este nuevo capítulo de mi vida: no sólo por qué inicio una relación que hasta ahora se había originado en la distancia (Yo en Barcelona, y tu en Noruega 😉 ), sino por que además, inicio este capitulo noruega por mi cuenta, sin trabajar para Accurate Care AS. Esperemos que ambos proyectos de vida sean fructíferos en todos los sentidos.

Actualmente vivo en una cómoda y pequeña casa a cien metros del fiordo, con Desiree y con Elena, una chica estupenda de Zaragoza (¡Qué por casualidades de la vida, nos conocimos en un tren camino a Trondheim y curiosamente, había leído este blog antes de embarcarse en su aventura noruega particular, ella y su grupo) y eso propició qué Desiree y yo nos conociéramos tiempo más tarde! Pero eso, amigos míos, es otra historia): Ambas enfermeras y de Accurate Care AS en sus inicios. La cosa pinta muy, pero que muy bien.

Bueno, queridos amigos, llevo solo dos días aquí, por lo que no tengo mucho más que contar salvo que mañana tengo la reunión con el jefe del lugar donde voy a trabajar, así que, en el próximo post ya os indicaré como ha ido todo, espero que estupendamente. Como el de hoy ha sido corto, publicare junto con este algunas fotografías que he tomado por el camino que debo seguir para ir al supermercado y así comprar algunos ingredientes para hacer…. ¡LENTEJAS!. Así veis como es el lugar que será durante todo este tiempo, mi hogar. Espero que os gusten (las lentejas no, las fotos).

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¡Ha det bra!

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Una vez más, amigos míos, nos encontramos en este espacio, tras una larga (larguísima) pausa desde la última vez que tecleé en Taza de Pizarra. Disculpad mi tardío post, la verdad, desde que llegué a Barcelona tras mi paso por ese fantástico lugar llamado Elverum, no he parado de mantenerme ocupado: Cursos de enfermería, carreras de obstáculos, servicios de Cruz Roja y más de una y mil excusas para no estar frente al portátil. Hoy, he decidido poner al día mi pequeño espacio particular y relataros lo acontecido desde junio hasta hoy día.

Con la verdad en el corazón, quisiera deciros que me encantaría relataros como transcurrió mi paso por Elverum con todo lujo de detalles, pero llevo tanto tiempo sin escribir y el paso del tiempo es tan largo ya, que el recuerdo de este es un poco difuso. Solo me queda decir que he vivido una etapa muy dulce y he conocido a personas excepcionales en este pequeño municipio de Hedmark. Aun así, trataré como siempre, narraros a mi manera (épica, como si fuera Partida y Regreso a la Tierra Media)

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