Viviendo en Kvam
Bueno, aunque ya llevo viviendo en Kvam desde hace ya una semana, la pésima conexión que dispongo me ha hecho imposible escribir anteriormente un post, así que hoy os contaré con todo detalle (en la medida de lo posible después de una semana).

El salón. Podéis comprobar que muy lleno no está. Foto: Bruno Aldrufeu Quiñonero
Después de ese breve traslado, me instalé en el apartamento colindante al hogar de ancianos. Un apartamento que si bien puedo decir que dispone de cuanto necesito, no puedo decir que no disponga de muchos lujos en él: si he de escoger la palabra que definiría a mi apartamento, esa palabra es «AUSTERO». Se trata de un ámplio salon con una modesta aunque completa cocina americana, un dormitorio que posee dos amplios armarios , un baño completo y un cuarto que se utiliza actualmente como trastero. Afortunadamente, he podido decorar mi nido con un elemento que me recuerda de donde soy y cual es mi tierra. También debo decir que estoy en un pueblo de muy pocos habitantes (entre los enfermeros del hogar y yo bromeamos diciendo que hay más población en el cementerio de delante del centro que gente viva residiendo en este pueblo).
Kvam es atravesado por la carretera principal y al otro lado de esta, se encuentra la iglesia con su particular aunque hermoso cementerio, un campo de fútbol anexado a la escuela de Kvam y u amplio supermercado donde poder comprar toda serie de productos de limpieza, comida y correo (en Noruega, o por lo menos en esta región, los paquetes los debes recoger en los supermercados). Y más allá, se encuentra el lago, un lugar hermoso y tranquilo donde uno, con una simple barca puede ir a pescar o simplemente, deleitar los sentidos con la tranquilidad que aquel paraje ofrece.
Los días en aquel lugar han transcurrido con bastante tranquilidad, por no decir demasiada. Monotonía y sentimiento de aislamiento, ya que la conexión, como he dicho antes, brillaba por su falta de efectividad, así que, decidí exigirme un riguroso programa de ejercicio, corriendo durante una hora, dando vueltas al campo de fútbol y posteriormente, algunos ejercicio de calistenia. El que haya visto «El Resplandor» alguna vez puede imaginarse lo que supone un aislamiento notable en una región extraña y monótona.

La iglesia de Kvam y su cementerio, visto desde el hogar de ancianos. Foto: Bruno Aldrufeu Quiñonero
En el hogar de ancianos el trabajo ha transcurrido notablemente y poco a poco me hago con la dinámica de trabajo. El principal problema es la barrera lingüística, pero no hay nada que con tiempo y la obligación de la práctica idiomática no consiga. Tiempo al tiempo, todo llega.
Esta primera semana he trabajado 4 días, mañanas y tardes y debo decir que, la cosa ha salido bastante bien.
El viernes, aprovechando mi fin de semana libre, he ido a Steinkjer, donde hemos ido preparando una excursión a Trondheim y francamente, ha valido la pena.
De excursión por Trondheim

La estación que se encuentra en el mismo Infierno (Hell en inglés es Infierno, para los que no dominan el idioma) Foto: Bruno Aldrufeu Quiñonero.
Nos hemos despertado el sábado a las 8 de la mañana (Carlos, Alba, Cris MG y yo) para prepararnos e irnos a la estación de tren de Steinkjer, pues para ir a Trondheim hemos optado por el transporte público. Cómodo, eficaz y puntual, el tren ha salido a las 9 y media y desde la ventana del vagón podíamos ver pasar las estaciones de Røra, Verdal, Bergesngrav, Levanger, Skogn, Ronglan, Åsen, Skatval, Stjørdal y Værnes, todas ellas compartiendo el mismo paisaje campestre, verde de vastos campos de cultivo y casas de pintoresco colorido que rompen el monótono color del campo. Al llegar a Hell, una de las estaciones del trayecto a seguir, fue gracioso comentarle a a Carlos que habíamos llegado al Infierno, aunque poco tiene que ver este lugar con el fuego eterno. Tres paradas más tarde y después de haber viajado durante 2 horas y media aproximadamente, los 4 hemos llegado a Trondheim y la sensación que nos daba aquel lugar es que posee grandes avenidas, pobladas de tiendas y comercios, muy al estilo americano. También nos hemos percatado que la ciudad tiene un bullicio turístico más que palpable a diferencia de Steinkjer, pero manteniendo el mismo colorido que solo las casas noruegas pueden poseer. Y paseando por la calle principal, como no, el Kongens Gate, poblada de casas al más puro estilo noruego, hemos llegado a la plaza principal, cuyo centro de esta misma hay una estatua de Olav Tryggvason, fundador de Trondheim. Rodeando a la estatua, podíamos encontrar el centro comercial o más tiendas de ropa y comida rápida. En la misma calle habían también unas cuantas tiendecillas que vendían camisetas, gorras, insignias y llaveros de recuerdo de Noruega y Trondheim. Un poco más al fondo caminando hacia , hemos podido acceder a la oficina de turismo, donde nos facilitaron un mapa que nos ha ayudado a movernos por esos lares. Hemos podido comprobar que, efectivamente, McDonalds y Burger King también se encuentran en Noruega.
A título histórico, debo comentar que la ciudad de Trondheim se estableció como municipio el 1 de enero de 1838. Aunque la región ha sido habitada durante miles de años, la ciudad fue fundada en 997 por Olav Triggvason. Se utilizaba con frecuencia como la residencia del rey y fue capital de Noruega hasta 1217. En la Edad Media, Trondheim fue escenario de varias batallas, entre ellas la batalla entre el Rey Sverre y Erling Skakke, en 1179. La ciudad ha sufrido varios incendios importantes (los más devastadores en 1651 y 1681). El incendio de 1651 destruyó el 90% de los edificios de Trondheim, y el de 1681 condujo a una reconstrucción total de la ciudad.
Hemos ido caminando por la calle de los Monges hasta encontrarnos con la Catedral de Nidaros, una hermosa obra arquitectónica de estilo gótico, que si bien no es de las más grandes que yo haya visto, si puedo afirmar que la fachada principal es de las más bellas que yo haya podido presenciar y el rosetón de la misma era espectacular. No entramos dentro por que la entrada no era gratuita y el precio de esta era algo elevado, así que decidimos hacernos unas pocas fotos como testimonio de estar presentes en el lugar y proseguimos nuestro pequeño tour. Por los alrededores de la catedral había el cementerio y pudimos ver lápidas de todas formas y épocas: Si uno se dedicaba a buscar, podía encontrar algunas de las más antiguas, que podían datar perfectamente del 1700. Paseando por aquel parque/cementerio nos hemos topado por un sendero que daba a otro extenso y verde parque que acariciaba el río de la ciudad. Y al otro lado de este, mas edificios y más zona verde. El verde es color noruego.
Siguiendo el curso del río, hemos pasado por un puente que daba a una parte de la ciudad que recordaba a los barrios de Irlanda (Según Carlos y Cris, ya que, un servidor jamás ha viajado a Irlanda): casas bajas y callejuelas angostas con una vía principal un poco más ancha y serpenteante.
Decidimos ir al Burger King para comer algo rápido y reposar el menú en el parque, estirados sobre el césped, aprovechando el sol y la temperatura que la jornada del sábado nos ofrecía y allí estuvimos un buen rato. Realmente se estaba muy a gusto en aquel lugar y otras personas que también estaban haciendo lo mismo que nosotros supongo que también opinarían lo mismo, pero por muy a gusto que uno estuviera sobre el césped tomando el sol, debíamos proseguir con la visita turística breve de un solo día y nos pusimos de nuevo en marcha.
Callejeando por una zona cuesta arriba y bordeando un parque cuyo estado no era precisamente el de bien conservado y viendo que la subida no llevaba a ninguna parte, decidimos bajar la cuesta y allí nos encontramos de bruces con el ascensor para bicicletas de Trondheim, algo más que curioso que hacía congregar a muchos turistas de la zona ya que, era el único en su género.
A eso de las 5 menos cuarto de la tarde, decidimos refrescar nuestras gargantas con unas cervezas en una terraza y encontramos una verdaderamente perfecta. Con música ambiental que abarcaba todos los estilos e idiomas, saliendo de una vieja y destartalada tuba, los 4 paladeamos la fría cerveza y conversamos largo y tendido hasta la 6 y media de la tarde y a esa hora, nos pusimos de marcha de nuevo, ya que debíamos caminar hasta la estación de tren y coger el transporte que salía a las 7.
Con paso lento íbamos llegando a la estación y cuando subimos al vagón y por fin descansamos nuestras piernas después de la jornada, el cansancio pudo con nosotros y nos dormimos durante el trayecto de vuelta. Pero antes de dormirme, recordé una frase que había escrita en la terraza donde compartimos esas cervezas frías. Una frase que decía algo así como «En medio de ninguna parte Noruega: Encuentra la oportunidad«
Y creo que eso estamos haciendo: viviendo nuestra oportunidad. Tempus Fugit: El Tiempo Huye. Carpe Diem: Aprovecha el momento.
Eso espero y deseo, Bruno..
Que en medio d todo eso..
Encuentres tu oportunidad!
A pesar d lo duro..
De ese sentimiento d aislamiento..
De esa monotonia..
Como bien dices: «todo llegara» , amigo.
Y mientras y desde aqui, los que te queremos, procuraremos hacertelo mas facil.
Por otra parte, yo (con tu permiso) me quedo con lo de «Tempus Fugit».
A partir d ahora lo aplicare a cada minuto d mi vida.
Hay tanto que aprender d ti…
Besos