Leña, humo y silencio (Segunda parte)

Publicado: 14 junio, 2018 en Noruega 4.0
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Su astucia era la del lobo, una astucia salvaje; su inteligencia, la inteligencia del pastor escocés y el san bernardo; y esta conjunción, añadida a la experiencia adquirida en la más feroz de las escuelas, lo convertían en una criatura tan formidable como las que habitaban la selva.«

Jack London: La llamada de la selva» (1903)

Para aquel que ha sentido el silencio que proporciona el basto paisaje moviéndose apresuradamente a su alrededor mientras el viento acaricia el rostro y el terreno crepita bajo los pies, solo hay algo comparable a montar una Harley Davidson por la carretera hacia el ocaso y eso es, mis lectores, conducir un trineo arrastrado por fuertes y veloces perros por la extensa tundra salpicada de arboles.

Y eso es lo que hicimos, aprovechando la visita de Alba -una buena amiga de Isa- a la pequeña ciudad de Elverum. Contactamos con Mountain King’s Sledehundkennel, una empresa dedicada a realizar este tipo de tours, ubicada a setenta kilómetros de Elverum y a tres del centro de Trysil, lugar donde se encuentra la mayor estación de esquí de los países escandinavos.

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Al llegar al lugar y tras aparcar en el estacionamiento, una estampa familiar vino a mi mente de repente: centenares de huskies y malamutas junto a sus casetas, aullando y ladrando con la llegada de personas que, como nosotros, asistimos para disfrutar de la jornada canina.

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Mientras los empleados preparaban los trineos y ataban a los canes a ellos, siempre manteniendo el orden jerárquico de éstos, Alba, Isa y yo nos dedicábamos a conocer a la camada, que nos respondían al saludo, algunos de forma afectuosa y de forma más suspicaz otros. «Cada perro tiene su personalidad, como las personas», nos decían.

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Con Isa y Alba yendo juntas en uno de los trineos y yo en otro, el grupo se puso en marcha, desfilando en linea a través de la tundra velozmente, por la nieve, entre árboles y bajo un sol de justicia: ¡Qué gran experiencia había ya olvidado desde la última vez que recorrí largos senderos en compañía del mejor amigo de cuatro patas!

A fin de no extender mucho este post, podéis ver las fotografías de lo acontecido, pues una imagen vale más que mil palabras.

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Al finalizar el fantástico viaje, nos esperaba el merecido aperitivo, nada más y nada menos que en la cabaña de madera que hay  junto al establecimiento, cubierta de nieve y decorada en su interior con recortes de periódico locales sobre King’s Mountain Sledehundkennel y alguna que otra ave rapaz disecada «oteando» las salchichas cocinándose al fuego.

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Con nuestras retinas repletas de buenas experiencias y sensaciones durante aquella jornada  (y con el estomago lleno también, por que no decirlo), reanudamos nuestro camino hacia Elverum, no sin antes detenernos por el núcleo urbano de Trysil para efectuar unas compras. Contentos por la experiencia vivida, esa sensación de libertad que uno percibe y por supuesto…. ¡ese olor a can que se impregna en ropa y piel durante horas!.

Hasta la tercera y última parte de este post… o como dirían nuestros «nuevos amigos»…. Guau! Guau!

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