Taza de Pizarra

Bon día, buenos días, God morgen!

Hoy, 25 de diciembre del 2014 amanece gris y sombrío en la ciudad de Steinkjer. No hay apenas decorados navideños por las calles (las últimas tormentas de nieve se encargaron de destrozarlos), no hay apenas luces brillantes que iluminan las tinieblas de un lugar donde a las tres de la tarde ya es de noche. Apenas hay gente paseando por la calle y el camino escarchado que hay hasta el centro permanece oscuro y solitario mientras el único sonido que me envuelve es el hielo al quebrarse bajo mis pies. Al llegar al centro donde trabajo me encuentro con ese espíritu navideño tan anhelado; los pacientes me saludan con una sonrisa y un «God Jul», mis compañeras de trabajo sonríen y bromean sin cesar durante todo el turno y el centro está iluminado y decorado por cada centímetro de éste. Ese es el espíritu navideño que quería encontrar, viviendo tan lejos de mi familia, de mis amigos e incluso, de los compañeros con los que empecé esta aventura. Un sentimiento realmente poderoso llama a la puerta y ese sentimiento se llama Nostalgia.

Estamos a punto de terminar el año. 2013 va a dar paso al 2014 y miro hacia atrás y contemplo los grandes cambios que ha habido en mi vida. Hace un año, pasaba las fiestas en compañía de Mònica, mi pareja, junto con mi familia o con la suya y en la comodidad de lo conocido, era feliz. Durante todo este año, muchas cosas han cambiado, muchas personas han entrado en mi vida y otras han salido (e incluso algunas, se han ido para no volver nunca más). Abro los ojos de nuevo y me encuentro en Noruega, con la única compañía de Carlota, compañera de piso y de profesión, de procedencia gallega, junto con los pacientes y empleados del centro. He terminado de trabajar y nos hemos encontrado Carlota y yo en casa para comer algo e intentar de alguna manera vivir la Navidad juntos, contagiándonos de ese buen espíritu que hoy en día tanta falta hace.

La nostalgia de hoy me hace recordar a todas esas personas que aprecio y quiero pero no están físicamente cerca por el momento, pero sobretodo, me hace recordar a esa persona que no está ni podrá estar: mi abuela Herminia. Desde Barcelona, todos te recuerdan, yaya. Hoy mirarán hacia la silla vacía donde te sentabas y comías en silencio mientras todos conversaban con un buen plato de escudella y una copa de vino. Mirarán esa silla y recordarán tus chistes de antaño, tu sonrisa, tu mirada socarrona al comer turrones o al tomar el café como a ti te gustaba, con la cucharilla. Brindarán por ti y por el resto de aquellos que faltan (Avi Ramón, Aví Juan, nunca os olvidamos ni os olvidaremos) y tratarán, hoy y siempre, de hacerte revivir mediante tu recuerdo. Desde Steinkjer, sigo recordándote, continuando caminando mi sendero por tierras nórdicas pero deteniéndome de vez en cuando para recordarte, añorarte y hoy, para desearte Feliz Navidad allí donde estés, esperando que algún día, nos volvamos a ver.

Por esa razón, aprovecho este post para desearos a todos vosotros una muy Feliz Navidad. Celebradlo en armonía, por vosotros mismos, por todos aquellos que no pueden celebrarlo, por todos aquellos que ya no están para celebrarlo. Olvidad el molesto detalle del consumismo y obviad ese espíritu de hermandad, alegría y reencuentro con familia y amigos que durante el resto de año es difícil aunque no imposible reencontrarse. Deseo una muy buena Feliz Navidad a mi familia, a mis amigos y por supuesto, a ti, que estas leyendo ahora mismo este blog, a ti también.

BON NADAL, FELIZ NAVIDAD, GOD JUL TIL ALLE SAMMEN