¡Por fin has llegado! ¡Bienvenida a Noruega, bienvenida al mundo, Luna!
Una sana y preciosa niña de cincuenta centímetros y de más de tres kilos llamada Luna, ha venido a saludarnos después de 8 meses habitando en el vientre de mi mujer. En realidad nació hace dieciséis días en el hospital de Bærum, tras casi 24 horas de extenuante parto (¡mamá, eres una campeona!) y no volvimos a casa cinco días después por seguridad, tras haber nacido prematuramente por cuatro días antes de las treinta y siete semanas de gestación.
Hasta hoy no había vuelto con vosotros, mis estimados lectores, porque tratar de buscar tiempo (aparte del necesario para cambiar pañales y alimentarla, por supuesto) para hallar las palabras y así plasmar la vivencia del nacimiento y de sus posteriores días de vida ha sido verdaderamente difícil.
¿Cómo poder describir el proceso desde que mi mujer rompió aguas hasta los primeros lloros de Luna tras nacer, cortar su cordón umbilical y presenciar ese milagro de la creación, posada sobre el cuerpo de su extenuada madre?
Lo cierto es que es imposible, así que no extenderé demasiado este post de hoy, salvo para poner unas fotografías.
Notareis que apenas aparece su rostro en ellas… Espero que entendáis que tanto Andrea como yo pretendemos proteger a Luna, preservando en la medida de lo posible, su intimidad y no haciendo muchos estragos a su huella digital de forma tan temprana.
Por hoy, dejaré al margen esta página y disfrutaré de esta nueva aventura que tiene como titulo «Ser padre». Gracias por vuestra paciencia y comprensión.
Taza de Pizarra 